La formación del cantón de Pérez Zeledón, Costa Rica.
(Primer Jefe Político del Cantón de Pérez Zeledón, Costa Rica.)
Don Trino Montero en entrevista.
Formación del Cantón.
Al frente de la casa de Trino Montero había dos almendros que refrescaban el aire; de vez en cuando alguna hoja amarillenta se iba en viaje materno haciendo espirales y una pareja de collarejos buscaba la pulpa madura escondida en el follaje.
La conversación iba a empezar. Doña Marta puso la cafetera al fuego y luego preparó las tazas para servirnos café. Don Trino buscó su mecedora, se instaló en ella y empezó a hablar:
-El primer nombre que tuvieron estas tierras fue el de Quebrada de los Chanchos, por las numerosas manadas de chanchos de monte que había por acá.
“En ese entonces Santa María no era cantón y pertenecía a San Marcos; al convertirse en cantón, El General pasó a ser de Dota; al ver la riqueza de este suelo, el Gobierno de Costa Rica mandó a hacer un piquete con un grupo de hombres dirigidos por el General Guardia. Cuando el piquete estuvo hecho, se repartieron el terreno, al General le tocó lo comprendido entre el río Chirripó y La Hermosa. De ahí el nombre de El General”.
Interrumpió doña Marta para decirnos que el agua ya estaba hirviendo, luego don Trino continuó:
-Me casé en San José en 1914 y ese mismo día en la tarde nos fuimos para Puntarenas y tomamos la lancha rumbo a Uvita(1).
“Ahí permanecimos cinco días en compañía de mi suegro. Luego cogimos el camino a General Viejo. Duró tres días el viaje y San Isidro cuando eso, no existía; los bosques cubrían el suelo y los animales andaban tranquilos.
Vinimos porque mi suegro era el Agente de Policía de estos lugares nombrado en la Jefatura Política de San Marcos de Tarrazú. Era solo por un mes y ya llevamos más de 68 años aquí”.
En eso se acerca doña Marta y nos sirve el cafecito prometido, trae azúcar y una cucharita para endulzarlo. Don Trino bebe unos tragos y continúa:
-El Primer viaje a pie por el Cerro de la Muerte lo hice en 1916 y tardamos tres días a Santa María y uno más a San José.
“A la muerte de mi suegro(1929), que durante 30 años fue la autoridad, yo asumí la Agencia de Policía de La Quebrada de los Chanchos(15) nombrado también por el Jefe Político de Dota”.
-Don Trino, ¿cuál es esa quebrada?- interrumpí.
-¡Ay muchacho!, esa quebrada ya está toda alcantarillada.
Hizo un espacio, tomó otro sorbo y continuó:
-A mediados de l931 se reunieron en la casa cural el Padre Federico Maubach (alemán), don Gustavo Meza Henrish (chileno) Supervisor de Escuelas, don Enrique Tauer (ayudante del Supervisor), don Julio García, don Mercedes Valverde(16), don Andrés Monge, don Patrocinio Barrantes Vargas, don Joaquín Barrantes y don Mauricio Agüero. Yo llegué de invitado, pues pretendían encargarme, en calidad de autoridad, el levantamiento de un censo de población con el fin de impulsar la creación del nuevo cantón. Accedí, desde luego, y procedí al censo. Luego en otra reunión me encargaron ir a Santa María de Dota a conseguir el permiso para la segregación de este pedazo de tierra-.
De nuevo llegó doña Marta y nos ofreció rosquillas hechas por ella, estaban sabrosas y le pedí más para llevarme unas a casa, a lo que accedió con gusto pues se sentía orgullosa de ser buena cocinera. Don Trino sacó unos papeles y me dijo:
-El censo dio como resultado 3.564 habitantes. En cuanto a los centros de población, General Viejo era muy pequeño porque el río limitaba su crecimiento. Palmares había crecido un poco más y San Isidro llegaba solamente hasta Pedregoso. Eran ranchos diseminados con techo de palma real y horcones ladrados a mano.
“Reuní a la Municipalidad de Dota y de entrada no aceptaron mi proposición, pero yo insistí haciéndoles ver la distancia tan larga de Santa María a la poca población de estos lugares y por lo tanto, lo reducido de las entradas económicas para Dota.
Entonces los munícipes acordaron considerar la petición, con la oposición de Jeremías Ureña, el único que se opuso rotundamente. Luego me citaron a otra reunión en la cual me dijeron: “Está bien, damos el permiso, pero con una condición: nosotros le ponemos el nombre al cantón y a los distritos. El cantón, empezaron, debe llamarse Pedro Pérez Zeledón, que es un hombre muy distinguido y ha estado muy ligado a la zona (de Santa María de Dota). Al distrito primero se le debe llamar Ureña, en honor a la familia que fundó Dota. A Palmares, Daniel Flores , en honor a un gran maestro que trabajó en Santa María y el tercer distrito fue nombrado Rivas, en honor al primer cura que llegó a Dota”.
Aquí hace una pausa, se acomoda la camisa, su mirada la pierde en la lejanía y hace girar un poco su asiento.
-Firmé el acuerdo y al día siguiente vine para San Isidro con la buena nueva, así fue como nació el Cantón de Pérez Zeledón; el decreto de creación salió el 28 de noviembre de l931.
Hace otra pausa, se levanta de su mecedora, va y me trae una foto en blanco y negro donde se muestran algunas caras de esos pioneros, hombres de carácter fuerte y gran determinación.
-Mire, aquí en la foto están don Nazario Segura Madrigal, don Carlos Quesada Gamboa, y don Jaime Tabash Alice que eran los miembros de la primera Municipalidad de Pérez Zeledón, inaugurada el día 1 de enero de l932-.
Y continuó hablando del ganado que venía por el Camino de Mulas, del cabotaje de Puntarenas y Dominical, habló de mi abuelo Mercedes Valverde y hasta de mi bisabuelo Cornelio Monge… sentado en la silla, con la tarde deslizándose en la oscuridad y su señora sirviéndonos más café; los collarejos ya estaban durmiendo.
Don Trino Montero (derecha) conversa con Rafael Ángel Calderón Fournier en el corredor de su casa, mismo lugar de mi entrevista. Transcurre la década del 80.
¿QUIÉN REGALÓ EL TERRENO DEL PARQUE?
¿QUIÉN REGALÓ EL TERRENO DEL PARQUE?
Por Marcos Valverde
Don Mercedes Valverde, nativo de Santa María de Dota, se trasladó junto con su familia a El General a principios del siglo pasado.
Su esposa, Luisa Fallas, agradeció a Dios el que don Mercedes decidiera comprar el terreno ubicado a orillas del río San Isidro*, así dejarían de rodar.
Construyeron un rancho con buen tabanco y alrededor de la vivienda, sembraron yucas, plátanos, maíz y frijoles.
Ante gestiones de misioneros y vecinos del lugar (incluyendo a Rubén Valverde, hijo de don Mercedes), el señor Valverde decidió regalar el terreno de la iglesia (hermita), donde poco tiempo después empezaron a construir el templo.
Solicitaron también el terreno que estaba al frente de la hermita para construir la cancha de fútbol. Querían hacer partidos los domingos y mejengas en las tardes. Don Mercedes Valverde estuvo de acuerdo y cobró 50 colones. Los encargados de esa gestión aceptaron y don Mercedes Valverde entregó el terreno con la condición de que le serían pagados los cincuenta colones dentro de un año. Pasó el año y mucho tiempo más y nadie le pagó. Fue cuando Mercedes Valverde dijo:
-¡Idiay! ¡Esos chollados no me pagaron! ¡Qué se va a hacer!, ¡también la regalo!- Y allí paró el asunto.
Información dada por:
Edelberto Barrantes
Carmen Valverde
Ramiro madriz
Trino montero
Abixelí Guillén
Juan Rafael Valverde
y tomada del libro de Estudios Sociales 2°,
autora: Evelia Fuentes, Editorial Norma.
(Existen versiones con pequeñas variantes pero coincidentes)
*Esos terrenos estaban ubicados en la parte sur de la picada, al frente de lo que después fuera el cine Fallas, frente al actual parque. Primero eran de Napoleón Barrantes (extensión de ciento cincuenta manzanas) y luego vendida a don Mercedes en la suma de ochocientos colones.(Datos tomados del libro “Orígenes de la Diócesis de San Isidro de El General” pág.561.
Autobiografía
extensa
Introducción
Siempre tuve ganas de haberlos conocido. Por eso he dedicado mucho de mi tiempo a indagar detalles de sus vidas.
Solamente conocí a Mamita. A los otros tres abuelitos nunca los pude ver, murieron antes que yo naciera.
Mis padres ya también murieron y cuando ellos estaban vivos, me contaban historias, durante horas, sentados en el escaño del corredor o comiendo en la cocina deliciosas tortillas de maíz amarillo que mi madre junto con Zulay, mi hermana “chineadora”, palmeaban y doraban al calor de las brasas.
Fue cuando empezó mi mente a fraguar historias y en 1995 dan su fruto al salir escritas estas leyendas en el libro “Narraciones Generaleñas” y que debido a la gran acogida, ocho años después, sale la segunda publicación a manera de Edición Especial agregándole fotos antiguas y comentarios extras.
***********
Familia
Valverde Fallas
Mercedes
Valverde (u.ap.) y Luisa Fallas Mora
Mis abuelos, Mercedes Valverde (u.ap.) y
Luisa Fallas Mora, se casaron en 1886 en Santa María de Dota y procrearon 8
hijos.
En ese
tiempo, existía en esa zona, incluyendo San Marcos, San Pablo, Aserrí,
Desamparados, San Ignacio de Acosta y Puriscal, principalmente, una “sed de
oro” como la que se dio en los Estados Unidos
en el famoso Oeste. En nuestro caso no fue oro ni hacia el oeste, sino hacia el sur del país motivado por un valle paradisíaco separado de la zona
central por el Cerro de la Muerte a modo de gigantesca muralla, cuyo nombre era ya, de
por sí, un atrevido reto.
Este valle, el Valle de El General, estaba repleto de anécdotas, leyendas y canciones que la misma gente inventaba y recopilaba en forma oral como parte de su folklore, impresionando al espíritu, basadas en la imaginación y en la realidad de un suelo fértil y bello como el que era y aún es. Metáforas, símiles, coplas e hipérboles como la de la yuca que fue sembrada al otro lado del río San Isidro, atrás del actual Liceo Unesco y que atravesó el cauce sirviendo de puente. La exageración no terminó allí pues la yuca siguió creciendo y pasó al frente de la Escuela 12 de Marzo yendo la puntilla a dar detrás del altar de la iglesia (actual catedral. Ver “Narraciones Generaleñas”).
Ante semejantes historias, ¿cómo se iban a quedar en Santa María? ¡Por Dios! ¡Tenían que venir a conocer esas yucas! Y se vinieron.
Al finalizar 1916, la familia Valverde Fallas decide aventurarse y cruzar el Cerro de la Muerte. Se afincaron en El Valle de El General conocido en ese tiempo como La Quebrada de los Chanchos. Le compran a Napoleón Barrantes Retana en mil colones el terreno que este señor Barrantes tenía ubicada del río San Isidro hacia el oeste, abarcando el centro de lo que es hoy la ciudad de San Isidro de El General.
En
los años siguientes otras familias
siguieron inmigrando al Valle de El
General y creció la población. Se hizo
necesaria una iglesia y una cancha de fútbol. Por eso,
cuando los vecinos se reunieron para planear la construcción de la
iglesia, o ermita más bien, los vecinos
deciden hablar con Mercedes Valverde ya
que su finca era la más apropiada para
tal fin. Mi abuelo, al ver lo importante de la idea, decide regalar
“la manzana” de terreno para la iglesia (actual catedral) y
la “otra manzana”, la de la plaza de fútbol (actual parque), se las
vende en cincuenta colones, dinero que en ese
momento no podían pagar por lo que le piden tiempo. Mi abuelo acepta
el trato pero transcurren los años y nunca le cancelan.
Don Mercedes, al ver la situación y al comprender que era para
una necesidad del pueblo, dijo resignado:
“¡Carajo!, ¡esos chollados no me pagaron! Pero… idiay!, ¡también la regalo!”
**************
Juan
Rafael Valverde Fallas
A Juan
Rafael Valverde le decían Juanra y era mi papá.
Hijo de Mercedes Valverde (u.ap.) y de Luisa Fallas Mora. Nació en 1904 en Santa María de Dota. Rubén, Juan, Gonzalo, José, Cristóbal, Carmen, María, Rosa y Antonia eran sus hermanos (as), todos (as) marienses.
Cuando Juan Rafael tenía seis años, para el terremoto de Cartago (1910), entró a la escuela y de allí no pasó. Fue suficiente ese corto tiempo porque en las aulas conoció a mamá. Hubo ojitos y sonrisas, sonrisas que de allí no pasaron. A la edad de 12 años (1916) y sin tomarle parecer a él, se lo trajeron a pie, junto a sus tres hermanas y seis hermanos, por el Cerro de la Muerte, con sacos cargados de chunches y trillos rodeados de guindos.
En este cerro, debido a las bajas temperaturas, la
ausencia de caminos, la escases de alimentos y medicinas, la falta de vecinos
que ayudaran y los muchos animales salvajes que habitaban la zona, hubo muchas
personas fallecidas. Estos detalles le dieron nombre al cerro. Sin embargo los inmigrantes siguieron pasando.
Mis tíos durmieron en los tres refugios del cerro. En el de Ojo de Agua, cerca del actual Restaurante Chespiritos, vieron morir un niño. Compartieron el refugio de la cima del cerro con un señor moribundo y en el de División pernoctaron con arreas de chanchos.
Papá
recorrió el Camino de Mulas y arreó ganado. Durmió en la Piedra de Convento y,
estando él en vida, me contó que allí,
en esa piedra, fue mordido por una terciopelo enredada en el saco de dormir en
su pie derecho, en el mismo donde años después recibiera un balazo por dificultades con un
panameño.
La cicatriz de la mordedura de la serpiente estaba en el muslo y la del balazo en el tobillo.
Al
percatarse de la gravedad de la mordedura, inmediatamente saco su puñal y cortó
su piel, profundo, sacando el veneno, al
estilo Rambo.
*****
.
La descripción que
él (mi papá) me hizo de la Piedra de Convento,
quedó gravada en mi mente y a principios del 2004, cuando estuvo en mis
manos el libro La Diócesis de San Isidro
de El General del historiador generaleño Claudio Barrantes, y al deducir
que por su tamaño no era posible, bajo ninguna circunstancia, su
desaparición, me di a la tarea de localizarla. Al principio fue un poco
difícil, porque yo la buscaba como una reliquia histórica, algo majestuoso y
sagrado. La gente nunca supo dar razones de tal tesoro debido a su desconocimiento
histórico, pero cuando empecé a buscarla como una piedra cualquiera, con una cavidad en la parte
inferior a manera de gruta, vecinos y monteadores, algunos casi ancianos,
aceptaron haber estado allí o por
lo menos haber pasado por ese sitio en algún momento. Y no fue sino hasta
el domingo 6 de febrero del 2005, acompañado de Isaías
Mora como ayudante y Graciliano Beita
como baqueano, que dimos con La Piedra
de Convento.
Este hecho histórico
está legalmente inscrito en el Registro
de la Propiedad.
******
En total Papá tenía cuatro cicatrices. La más grande era
la del balazo que le propinó el panameño.
Poco antes de casarse, siendo aún un muchacho, tuvo que ser policía durante unos meses. El policía oficial se había ausentado y papá quedó como encargado interino.
En ese tiempo, la llanada de lo que es hoy Barrio Morazán, pertenecía a Claris Monge, mariense radicado en El General y afincado en ese lugar. Su terreno colindaba al sur con la finca del panameño el cual tenía problemas por asuntos de linderos con el señor Monge a tal punto que el panameño lo amenazó de muerte. Como papá era el policía en ese momento, Claris lo buscó y cuando papá llegó al rancho del panameño, desde el tabanco, el señor apuntaló su guápil y disparó dándole en el tobillo derecho. El panameño se perdió de la zona y Claris regresó a su tierra natal. Papá fue trasladado a caballo hasta el Hospital San Juan de Dios, desangrándose a cada paso de la bestia y con la inflamación convirtiéndose en gangrena. Aún hoy se habla de La Cuesta del Panameño, al frente del actual Bar El Corral, lugar donde sucedieron estos hechos.
La otra cicatriz, la de la mordedura de la terciopelo, estaba en el muslo de la misma pierna.
La
más pequeña de sus heridas fue un balazo que
recibió en la guerra del 48. Yo estaba en brazos (según cuentan), y
papá nos había trasladado de donde vivíamos (actual Barrio Valverde), a
una finca en
Pacuarillo por considerar que allí era más seguro. Él estaba con
nosotros unos días y luego
regresaba a la finca.
Una vez, al ir llegando a la casa, le gritaron ¡alto!, ¿quién es usted?, y papá no contestó por lo que le dispararon y le pegaron un chaspín en una de sus nalgas.
De la última cicatriz, nunca supe la verdad de su origen. Era la más visible ya que estaba en la mano derecha. Unos dicen que fue trabajando en la finca, otros afirman que fue en una pelea. Pregunté más de una vez y nunca, incluso conversando con él, tuve una respuesta clara.
Papá se casó en 1926 con Ofelia Monge Fallas (Lita), hija de Andrés Monge Guzmán y de Catalina Fallas, conocida como doña Nina.
Muere en 1990 a la edad de 86 años.
(2)Yendo del
Liceo Unesco hacia Quebradas (San Isidro de EL General, Pérez Zeledón, Costa
Rica), antes de llegar a Barrio Morazán, al frente de Bar El Corral, hay una
bajadita pequeña, pronunciada y con curvas a la que aún hoy en día se le conoce
como "La cuesta del panameño", nombre que obedece al incidente
mencionado por ser el lugar exacto del suceso.
*****
Familia Monge Fallas
Andrés Monge Guzmán
y Catalina Fallas Hernández (doña Nina).
Familia
Monge se viene 1926
La familia Monge Fallas estaba compuesta
por Andrés Monge Guzmán y Catalina
Fallas Hernández. Se casaron en San
Marcos de Tarrazú y sus hijos fueron Graciela (Chela), Julio,
Rafaela (Fela, mi madrina), Ofelia (Lita, mi mamá), Félix, Marcelo, Agustina, Néstor,
Efraín, Margarita y Rómulo.
Andrés
Monge era el hijo menor de
Cornelio Monge y primo de Claris
Monge, líderes comunales en Santa María
de Dota (en el parque de esta comunidad
hay placas en honor a estos personajes).
La familia Monge Fallas, (10) 6 años después de los Valverde Fallas (1922) (1926), (papá se casó en 1926 ¿?) también decide trasladarse a la Quebrada de los Chanchos. Cruzan el Cerro de la Muerte y se establecen al lado este del río San Isidro, llanada que está al frente de las actuales oficinas de la Fuerza Pública (policía), incluyendo el actual Barrio San Andrés, Gravilias , El Pocito y Barrio España, extendiéndose hasta detrás del Liceo Unesco). Es decir que entre la finca de Mercedes Valverde y la finca de Andrés Monge solo los separaba el río.
Mi abuela, conocida como doña Nina, era Mamita para mí. Ella me daba huevos fritos y hacía “olla de carne“ y llenaba platos de amor. Buscaba un frasco de vidrio que tenía en el trinchante, escogía una peseta y me la daba. Aún la visualizo con su enagua larga y su delantal impecable. Fue la única abuelita que pude besar y abrazar, aunque no por mucho tiempo, porque ella murió aún siendo yo niño.
En 1930 ya tenían buenos cafetales y caña de azúcar que molían en su trapiche. Fue en esos mismos cafetales donde mi tío Néstor encontró a Talao, niño indígena de la zona de Talamanca que se quejaba, lleno de gusanos, solo y recostado a una mata de banano. Néstor lo escuchó, llamó a su papá y al ver aquel cuadro, lo curaron y lo dejaron viviendo en su casa. Talao, que ya había absorbido toda la sabiduría de sus ancestros, se convirtió con el pasar de los años, en sukia y no hubo generaleño y vecinos de otros lugares, que no vinieran, con gran fe, a buscar medicina a sus males donde el indio Talao.
Familia Monge Fallas.
De pie, a la derecha, mi abuelito Andrés Monge (que no conocí, solo en fotos). Delante de él, con una niña en brazos, es mi abuelita Mamita, doña Catalina (doña Nina). Y a la izquierda, con un niño en brazos, mi mamá doña Ofelia (doña Lita). La niña es mi hermana mayor Analive. El resto de personas son tíos y tías de la misma familia Monge Fallas.
De pie, a la derecha, mi abuelito Andrés Monge (que no conocí, solo en fotos). Delante de él, con una niña en brazos, es mi abuelita Mamita, doña Catalina (doña Nina). Y a la izquierda, con un niño en brazos, mi mamá doña Ofelia (doña Lita). La niña es mi hermana mayor Analive. El resto de personas son tíos y tías de la misma familia Monge Fallas.
Ofelia Monge Fallas (doña Lita)
Mamá nació el 10 de noviembre de 1903 y en 1910, para el terremoto de Cartago, estaba en primer grado, conociéndose con papá,
en la escuela central de Santa María de
Dota.
En 1926 se viene toda la familia para el
valle de El General y a finales de ese
mismo año se casa con papá.
Primero toman una finca en El Jilguero, luego otra en San Ramón y al final, en setecientos colones, le compran a Celestino Mora ……………. la finca en la cual permanecieron (permanecimos) toda la vida, ubicada en lo que es hoy Barrio Valverde incluyendo parte de Barrio Boston , Barrio San Luis, toda Tierra Prometida, yéndose hasta la calle de Pedregoso.
Analive, Miriam, Betty, Zulay, Clara, Carmen, Vilma, Daisy y quien escribe, Marcos, fuimos sus hijos. Es decir, fui el último y el único varón.
Mi madre supo entenderme. Ella, con sensibilidad de mujer campesina, captó que yo no había nacido solo para trabajos de campo. Cierto era que me gustaba la finca y los animales pero necesitaba algo más.
Mamá vendió leche, huevos, frutas y cuanto pudo, para darme los estudios y hacerme profesional. Mientras, papá dobló su espalda día a día en los trabajos rudos de su propiedad.
Ella muere el 22 de febrero de l993.
Marcos
Valverde
Mamá nunca me dijo Marcos, tampoco mis
hermanas, mucho menos papá. Todos (as) ellos(as) me decían Tulio.
En la escuela y en el colegio solo me nombraban Marco Tulio y no fue sino hasta en la universidad que me empezaron a decir Marcos y así quedé.
Papá era un campesino y mi mamá también. Mis hermanas optaban por casarse y tener su familia, excepto dos de ellas, de las menores, una que obtuvo el bachiller y se dedicó a la locución. La otra, Daisy, se graduó como profesional. De último salí yo con aspiraciones al estudio y a esfuerzo mío y de mis padres, logré colmar anhelos.
La lectura fue (y es) una de mis pasiones y estuvo bien apadrinada por el esposo de una de mis hermanas, Edelberto Barrantes , ferviente lector y asiduo coleccionador de libros, biblioteca en la cual yo me fundía.
Edelberto me impulsó escribir desde que estaba en la escuela pero al que considero mi padrino en la escritura fue Francisco Zúñiga, escritor y director del Taller Literario El Café, década del 90.
A la edad de 5 años entré a la escuela como “oyente” pues
no había kínder. Mi pupitre
fue el primero de la fila del centro y doña Rita, mi maestra no me perdía ojo y
yo tampoco a ella. Fui aprendiendo a leer y a escribir por lo que “La Niña” me
aprobó el primer grado.
A los seis años obtuve el Diploma (Escuela 12 de Marzo de 1948). Cinco años después, en el Liceo Unesco, me gradué como Bachiller en Ciencias y Letras. Al año siguiente, aún sin cédula, me dieron plaza de maestro en la zona de Platanares, con la condición de que siguiera estudiando pedagogía. Así lo hice y tres años después me gradué. Transcurrieron dos años más y obtuve un post-grado en el IFPM (Instituto Profesional del Magisterio). Continué en la U.N.A. (Universidad Nacional Autónoma) con Administración de la Educación. Más tarde, por razones de necesidad me dediqué a estudiar informática.
Desde la escuela tenía la costumbre de garabatear poesías y ya en el colegio, estando en cuarto
año, con la intensión de celebrar el Día de la Independencia, organizaron un
concurso de poesía relacionado a la fecha.
Por supuesto que participé y gané el Primer Lugar. El día del Acto
Cívico y entrega de los anunciados premios, fui invitado a subir al escenario.
Yo tenía gran ilusión ya que me sentía poeta. Subí a la tarima y lo que me
dieron fue una escusa: no tenían presupuesto para los premios y se
comprometieron conseguirlo a la mayor brevedad posible. Ese premio nunca apareció.
Me sentí decepcionado y no volví a escribir sino hasta doce años
después cuando comprendí que el escribir no tenía nada que ver con ese
reconocimiento.
******
Me defino “generaleño
como el río General” (poema 18 del libro “La Noche Voluntaria del Caracol”
publicado en 1991). Generaleño de pura cepa, aunque, cuando aprobé el
bachillerato, me pidieron una Constancia de Nacimiento como requisito para
inscribirlo. Mamá y papá fueron a la Casa Cural y no aparecí por ningún lado,
menos en el Registro Civil. Un abogado
amigo de la familia hizo las gestiones y logramos que me inscribieran. Al
tiempo, cuando cumplí 18 años, me vino la cédula y el primer número era un
9. Mis allegados, al darse cuenta del
asunto, me molestaban diciendo que yo me había “brincado la frontera”. Bajo esas circunstancias, pude cambiar de
nombre y de fecha de nacimiento. Según mis datos que pude recopilar (y no mis
recuerdos porque hasta allí no llegan), yo era un lactante para la guerra del
48, no gateaba aún, sin embargo en mi
cédula aparece mi nacimiento en el año 45, fecha con la que yo no estoy de
acuerdo. Ni con mi nombre porque papá y mamá, el día que me bautizaron (porque
sí me bautizaron pero no me inscribieron), le dijeron al Padre León que mi nombre era Marconey y cuando el cura
oyó este nombre, muy bravo, dijo que “no
era nombre para un cristiano”. Definitivamente no quiso y mis padres accedieron
a la propuesta de él: Marco Tulio.
Desde la década del 70 he sido miembro fundador de talleres y revistas literarias en Pérez Zeledón.
En la década del 90, y residiendo en San José por motivos de
estudio, fui miembro del Taller Literario “El
Café” dirigido por Francisco Zúñiga
Díaz.
Miembro de la Asociación de Escritores y Editores de Pérez
Zeledón (ADEEPEZ) y de la Editorial
Kamuk.
En la actualidad estoy pensionado por el Magisterio Nacional y vivo en Barrio Valverde, en terreno que fue parte de la finca de papá. Ahora me dedico a leer, escribir y conocer lugares y gente.
Libros publicados por Marcos Valverde
La
noche voluntaria del caracol, tema:
la angustia existencial, negación y aceptación, pesos y contrapesos publicado
en octubre de 1991 bajo la Editorial IPECA,
prólogo de Francisco Zúñiga.
En la ciudad del bosque, poesía ecológica (toma de conciencia por la conservación de los Recursos Naturales y desarrollo de la capacidad apreciativa) publicado en septiembre de 1993.
En la ciudad del bosque, poesía ecológica (toma de conciencia por la conservación de los Recursos Naturales y desarrollo de la capacidad apreciativa) publicado en septiembre de 1993.
Editorial IPECA, editor Francisco
Zúñiga.
Narraciones Generaleñas, investigación a todo lo largo y ancho de la Zona Sur hasta lograr una colección de leyendas, anécdotas y relatos de esta región. Unas leyendas son de origen indígena, otras post a la colonización de la zona incluyendo el tema de la guerra del 48. Fui en gran parte motivado por mis padres ya que en las tardes, sentados en la banca del corredor, me contaban esas historias como la de la yuca más grande de la zona que empezaba al otro lado del río, atrás del Liceo Unesco y la puntilla llegaba atrás del altar de la catedral. ¡Increíble!, ¿verdad?
Narraciones Generaleñas, investigación a todo lo largo y ancho de la Zona Sur hasta lograr una colección de leyendas, anécdotas y relatos de esta región. Unas leyendas son de origen indígena, otras post a la colonización de la zona incluyendo el tema de la guerra del 48. Fui en gran parte motivado por mis padres ya que en las tardes, sentados en la banca del corredor, me contaban esas historias como la de la yuca más grande de la zona que empezaba al otro lado del río, atrás del Liceo Unesco y la puntilla llegaba atrás del altar de la catedral. ¡Increíble!, ¿verdad?
Mayo
de 1995, editorial Guilá.
El paso de
las olominas, libro de prosa poética infantil-juvenil. Aventuras y travesuras de un niño en zona rural, comprendidas
entre los 7 y 15 años de edad. El primer día de clases, la primera novia, la
poza azul, el “miche” con Carlillos y el ojo azul, las cogidas de café y la
mula del diablo, el horno de barro, el bizcocho que hacía mamá, la prostituta Siete Colores, María
Burra, la yegua zonta, mi amiguillo Juan Chupamocos…
Septiembre
del 2001, Editorial Editar.
En el 2003 publica una Edición
Especial de Narraciones Generaleñas
incluyendo doce fotos antiguas y
comentario adjunto. Leyendas, anécdotas, relatos, etc. de la zona.
Editorial
INCOMEX
En febrero del 2004 sale al público Y fui maestro, experiencias jocosas e irónicas. Peripecias, aventuras, sufrimientos y
satisfacciones de un joven maestro que se iniciaba en una de las zonas rurales
más apartadas del país.
Entre los temas desarrollados están: La “cultura del guaro” y cómo influía en la vida de la gente, la
formación del cantonato, ¿dónde guardaba la gente el dinero cuando no había
Bancos?, la tragedia de los cucarachones,
la revolcada que sufrí junto a mi
motocicleta por una cabeza de agua en el río Platanares, la escuela que salió rodando
peña abajo en Mollejones… ¡y más!
Editorial Kamuk.
Editorial Kamuk.
Mi siguiente libro fue
América en versos publicado en octubre del 2004, prólogo de Oscar Castillo.
Un canto de amor por América, reflexión ante la descomposición social que
vivimos. Se puede considerar esta poesía
como denuncia. Fotos a mi pueblo logradas con palabras.
Editorial Kuruk
En febrero del 2005 publica con la Editorial Kamuk su
libro de aforismos titulado Ideas
Sueltas, donde expone más abiertamente su forma de pensar. Seiscientos
veinte aforismos para pensar,
concienciar y definir nuestras ideas. Cultura, filosofía, política, religión y
moral escudriñadas desde cualquier ángulo.
Ese mismo año, el 2005, sale al público El equilibrio del reparto, libro
de reflexión ante los seudovalores
que vivimos. Toma de conciencia para que la prostitución, drogadicción,
desvíos, robos y demás lacras no se den. Cómo hacer para que la
descomposición social, por lo menos,
merme.
Editorial Kamuk.
Hay
5 libros de poesía y 5 libros de narrativa más, todos inéditos.
He sido incluido en:
Diquís
Universidad Nacional Autónoma (U.N.A.), en 1985.
Diquís
Universidad Nacional Autónoma (U.N.A.),en 1986.
Antología de poetas Generaleños.
Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes,
(Editorial Nacional) en 1988.
El pueblo y su cultura
Universidad Nacional Autónoma (U.N.A.),
Editorial Fundación, en 1999.
Premios obtenidos
1985……………………………Primer Lugar
Certamen Brunca
Universidad Nacional Autónoma
(U.N.A.)
1986…………………………. Primer
lugar
Certamen Brunca
Universidad
Nacional Autónoma
(U.N.A.)
1986-1987.................................
Tercer Lugar
Certámen Julián Marchena
1987……………………………Tercer Lugar
Certámen ANDE
(Asociación Nacional de
Educadores)
2008……………………………Premio Brunca 2008
Rama de literatura
Otorgado por la Casa Presidencial y el Ministerio de Cultura.
El Taller Literario
(comentario)
Por
Marcos Valverde
El Taller Literario
en los niños es el formador de hábitos y destrezas. Es el pulidor de palabras e
ideas. Es el laboratorio. Es el medio para adquirir calidad y cantidad en la
expresión.
El Taller Literario incita
al niño a buenos hábitos como lo es la lectura y la escritura, dedicándole
tiempo igual que el científico lo dedica
a ensayar con la fórmula química.
No hay poesía mala, lo que sí hay son conocimientos para
mejorarla. Experiencia, tiempo, dedicación y estudio, aptitud y sobre todo una
actitud positiva hacia la lectura y la
escritura, actitud que los padres de familia y el maestro deben
incentivar. Pero… ¿cómo incentivar el amor por los libros y la lectura si los mismos padres de familia y educadores (1) carecen de ese actitud?
El mejor método para enseñar es el ejemplo, el ejemplo sincero
que el niño capta aún sin proponérselo.
Por eso, cada escuela y colegio debe tener su propio Taller Literario, con el tiempo semanal
necesario y autorizado por el Ministerio de Educación Pública. De esta forma
veremos florecer hábitos buenos en medio del desierto deshumanizado de la
actual tecnología y en medio de la descomposición social que vivimos. No
debemos permitir que los estudiantes se conviertan en “copiar-pegar”.
(1)Educadores:
Me gusta más esta palabra porque es comprometedora a los principios, valores,
actitud y moral del educador y del estudiante.
Autobiografía(1)
(Poema)
Marcos
Valverde
Nací en la finca
o en hospital
y sin permiso me pusieron este nombre.
Lacté con pólvora del 48
y al crecer fui
ordeñador de
vacas
boyero
y cogedor de
café.
Domador de
yeguas mansas
matador de
culebras
y
espantamonos.
Con la flor del zacate
cacé gusanos
y los ejecuté
echándolos al
hormiguero
para verlos
morir
retorciéndose.
Fui buscador de pozas profundas
agente secreto en los helechales
guerrero de guayabas y naranjas
y sobre todo
nunca me
dejé de nadie.
Pasé por escuelas y colegios
institutos y universidades
llegando a comprender al final
que de nada servía.
(1)Este poema fue publicado en
la contraportada del libro “EL PASO DE LAS OLOMINAS” en el 2001 por la
editorial Kamuk.
Poema 17(*)
Debajo de este asfalto
está mi infancia
(ya los barriales se
fueron).
Aquella esquina recuerda
mis pasos
que por cientos
los ha visto al doblar
mi espalda.
Las boñigas ya no están
y el abejón rueda caca
tuvo hijos desertores de
mi barrio.
El guaba de costa se
aburrió de darme vainas
y con una lentitud
pasmosa
se hizo viejo y
embarbado.
Yo me puse zapatos para
que esparcieran piedras
y ya las aguas no me
reconocían
y hasta el sonido de mis
pisadas
sonaba con timbre
extraño.
Pero me aparté más en un
verso de recuerdos
y todos con su frutos me
quisieron
como si mis pisadas
fueran siempre
con sabor a piel de
mango
y cáscaras de guayabo.
*(Poema publicado en
1991 en el libro LA NOCHE VOLUNTARIA DEL CARACOL)
Poema 18(*)
Hijo del Valle Perfecto
el de cerros guardianes
y mares que cantan.
Generaleño como el río
General.
Engendro del gorrión
y arco iris del verso.
Todos los brazos unidos
reclaman
a los poros del verde
ser mis parientes. Y
con hospitalaria música
me entregan
el más tierno gesto.
Sudando
desde La Piedra y
Savegre
hasta Platanillo
El Águila
Volcán y Chimirol
corro
detrás de las sombras
hasta el agua fresca del
roble.
*(Poema publicado en
1991 en el libro LA NOCHE VOLUNTARIA DEL CARACOL)