sábado, 4 de septiembre de 2010

Narraciones Generaleñas (Leyendas)





















NARRACIONES GENERALEÑAS


ÍNDICE

Presentación
Agradecimiento
Este valle

LEYENDAS Y ANÉCDOTAS GENERALEÑAS




Los pajarillos de antaño
Chepe Campos
El Cerro de la Muerte
La milpa
Juaniquillo
Los borrachos
Mi perro Capitán
Uro que otro pavón
Las palomas
El mar de antes
Los anteojos de larga vista
La yuca
Los tepezcuintes de antes
La yegua rosilla(14)
El Pinto
La manada de chanchos de monte
El tigre
El tronco que echaba sangre
Incordios
¡Nos traga el arco iris!
Eclipse de sol
El gallo de pasión
Cómo nació el mar
Ignacio Duran
El guindo
Las vacas no orinan como los bueyes
El perrillo
Los zopilotes blancos
La Quebrada de Java
Noche de apariciones

LEYENDAS Y ANÉCDOTAS DE ORIGEN INDÍGENA

Cuando al Cerro Chirripó se le derritió el hielo
El tesoro más grande
Talao
Los Taticas del Curré
La leyenda del Valle
La piedra de San Isidro
La lluvia
El río Pejibaye
El barrial más grande
El Águila
Catarata de San Luis

LEYENDAS Y ANÉCDOTAS DE LA GUERRA DEL

El milagro de la Virgen de los Ángeles
¡ Alto ai! ¿ Quién vive ?
El perol
¡ Bomba ! ¡ Bomba !
Frente al Bar Tico
Juanito
Detrás del altar
Allá del río San Isidro
Cuentos y Relatos Generaleños
El recodo de la culebra
Turecas
El paso del río
Tolia
Pioneros
Doña chola
Panecillo
El collar de dos metros
Palmiteando
La última Juruá Buruá
Florentino Granda
De Potrero Grande a El Pozo
Bernabé Granda
La Ola Marina
San Isidro en los años 50
Finca Los Cusingos (Alexander Skutch)

CUENTOS Y RELATOS DE LA GUERRA DEL 48

El coronel Pedro Chuco
A ras de la columna
La muerte de Tijerino
Ya no cabían los nicas
Un ser moreno con dejo extraño
La Batalla del Tejar
¡Cuestiones de guerra!
Seguíamos a Calufa
El Comandante en Jefe









Los pajarillos de antes(1)


Antes, los pajarillos eran de oro. Su canto de violín y su vuelo, un relámpago dorado.


Sus nidos eran de mil formas y colores. Sus huevecillos, diamantes empollados en extraña profusión.


Antes las chirincocas cantaban a dúo enamoradas y decían cosas tan lindas que hasta don Alexander* se enamoró.
 Yo conversaba con el río y él me decía cuando iba a crecer.
Yo adoraba el sol y él, con sonrisa de girasol, me volvía a ver.

Fuente: Ofelia Monge







Chepe campos (2)


Chepe Campos era el mejor volteador de aquí; él seleccionaba los árboles más gruesos y más grandes.


Una vez escogió uno que estaba  por la Quebrada de los Chanchos y era tan grueso que se necesitaba ciento catorce brazos para poderlo rodear. Y era tan grande que cuando lo volteó sus ramas fueron a dar a Dominical.





                                                                              
 Fuente: Juan Rafael Valverde
El Cerro de la Muerte (3)

Esa tarde hacía mucho frío en el Cerro de la Muerte, tanto que los caballos se quedaron tiesos y cinco tigres venían detrás de nosotros en fila india, buscando la casa de Ojo de Agua.


Fuente: Juan Rafael Valverde



La milpa (4)


La milpa se dio buenísma y fue creciendo y creciendo hasta llegar a la costa. De los elotes, hicimos chorreadas y era tan grande la milpa, que aún hoy guardamos cosposas de esas. Mamá gastó cuatro máquinas Corona y el moledero de chancho blanco que papá había tallado, ¡qué va!, no aguantó.
Fuente: Juan Rafael Valverde


Juaniquillo (5)





Juaniquillo tenía un hacha especial; el bandido la sabía manejar como nadie.
En un medio día cortaba la montaña, en otro medio día sacaba la madera y en otro  hacía la casilla.




Fuente: Juan Rafael Valverde




Los borrachos (6)




Había guaro contrabando a montones, también borrachos.
Los cuchillos sonaban en los troncos con ganas de cortarle el pescuezo a José. Mientras tanto, Piti corría con ganas de ser el primero.

Fuente: Julio Monge






Mi perro Capitán (7)


Cuando abrieron la carretera a San José, la gente iba y venía en La Ola Marina.


A mi perro Capitán se le pegó la mañita de ir y venir corriendo detrás.


Era grande y se hizo pequeñito, pues se le gastaron las patas en las piedras del cerro.





Fuente:
Julio Monge
Uno que otro pavón (8)


Aquí había muchas palomas; uno se apuntalaba con su guápil, disparaba, regaba los balines moviendo el arma de arriba hacia abajo, y corría a esconderse para que las gallinas de monte, las pajuilas, los pavos, las palomas y uno que otro pavón, no le cayera encima. Después, llenar y llenar sacos con carne.
Luego salarla para que durara algunos años.



Fuente : Julio Monge
Las palomas (9)

¡Ay que si las palomas se espantan!

Habíamos puesto unas turecas en la montañilla. A la mañana siguiente fuimos a recoger. Empezamos a llenar y llenar sacos desde el lunes hasta el domingo. Eran tantas palomas que echamos que los sacos se descosieron.


Ese día se oscureció el sol y se hizo de noche siendo de día. Las plumas sonaban con estruendo en el cielo como si fueran un huracán.


Fuente: Modesto Núñez



El mar de antes (10)


El mar de antes era diferente al de ahora. 
Las ballenas parecían olominas y las olas no cantaban.


Antes, el mar no era más que una pocilla. 





 Fuente: Modesto Núñez
Los anteojos de larga vista (11)

Yo me casé con María. Al poco tiempo me fui a pasear a San José y la dejé cuidándome el rancho. Vi unos anteojos de larga vista y los compré. Me puse a espiar con dirección a  la finca y ¡jueputa!, vi a la vieja dándome la vuelta con Chepillo.





Fuente: Modesto Núñez   
La yuca (12)

Hicimos un yucal al otro lado del río por el Liceo Unesco y en invierno, cuál fue nuestra sorpresa que el tronco que nos sirvió de puente, era solo una yuca.


La fuimos escarbando y la puntilla, ¡imagínense ustedes!, fue a dar detrás del altar de la iglesia. Hicimos olla de carne, repartimos yuca a todo el pueblo, mandamos a vender al mercado de San José y lo que nos sobró, fue vendido a los Estados Unidos.





Fuente : Juan Rafael Valverde.

Los tepeizcuintes de antes. (13)






Antes, los tepeizcuintes eran enormes; una vez cogí dos, los amarré, les hice un yugo y con ellos jalé la madera de esta casilla. Daban carne como un buey y tenían fuerza como un toro.






Fuente: Modesto Núñez.
La yegua rosilla (14) (próximamente)
 





(1)Foto de la portada: San Isidro de El General, Pérez Zeledón, Costa Rica. Año 1954.La foto pertenece a la familia Weber y fue tomada desde una avioneta. Esta familia recién había llegado a radicarse en esta zona (Valle de El General) procedentes de EE.UU. Poco tiempo antes de venirse, habían comprado la cámara fotográfica a colores que era lo último en tecnología en esos años.

(2)-Leyenda generaleña

(3)-Alexander, se refiere a Alexander Skutch, naturalista, ornitólogo, escritor y profesor radicado en Pérez Zeledón desde 1935. Nació en 1904 en EE.UU. y murió en Pérez Zeledón, Costa Rica en 2004. Autor de AVES DE COSTA








Nota del autor:
Estos escritos están llenos de hipérboles (exageraciones) y según cuenta la historia, así fue.
Así eran las costumbres de esos tiempos: contar exageraciones con el objetivo de impresionar a sus oyentes y de esta manera convencerlos de venirse (o de permanecer) en el valle de El General de esos tiempos.













0 comentarios:

Publicar un comentario